De: Tatiana Pujota
¿Qué
se siente perder una hija?
Por Mariana Solís
“Cada noche
cuando cierro mis ojos la imagen de mi
adorada hija viene a mi mente, como una luz que ilumina la oscuridad”
A mis 45 años creo haberlo vivido todo. Mi
nombre es Mariana Solís fui una de los
miles migrantes que viajaron a Europa en busca de un futuro mejor. Mi madre se
quedaba a cargo de los niños, mientras mi hermana y yo tratábamos de conseguir
el dinero necesario para poder viajar a España. Con dinero de un prestamista
ambas viajamos, yo a Madrid y ella a Murcia.
Los años pasaron reuní un poco de dinero y
regrese a visitarlos por un tiempo por lo que decidí regresar a Ecuador.
Realmente quería quedarme con mis hijos y lo hubiera hecho, no sabía que una
semana antes de viajar sucedería algo inesperado.
Lo recuerdo como si fuera ayer, mi hija ya
tenía 19 años y en mi ausencia había conseguido un trabajo en una cooperativa
de taxis, a mí me disgustaba ese tipo de trabajo pues a veces tenía que
quedarse toda la noche.
Ella tenía que llegar a casa a las 8 am del
día miércoles, mas nunca llego, me dirigí inmediatamente a la cooperativa,
corrí a buscar a mi hija a la oficina, pero ahí estaba el presidente de la
cooperativa quien me dijo que habían entrado a robar, pero eso a mí no me
importaba quería saber ¿Dónde estaba mi hija?, él me dijo que ella no estaba,
por mi mente pasaron tantas ideas, me sentía perdida.
Las especulaciones no se hicieron esperar. Lo
único que habían robado era $ 100
dólares, pero ¿Qué había pasado con mi hija? El tiempo paso, hicimos la
denuncia ya era de noche nosotros nos imaginábamos lo peor. Ya en la tarde
salió un grupo de búsqueda, ahí estaba
mi sobrino y mi cuñada con otro chofer de la cooperativa, fueron por Zabala ahí
encontraron un cuerpo. Eran las 5 de la tarde, yo estaba en mi casa y recibí la
llamada de mi hermana decía: “Mariana,
debes ser fuerte, ¡encontramos a Estefanía!”, yo solo escuche la encontramos y
me sentía feliz, pero inmediatamente regrese a mi realidad.
Llegue a la morgue, me dijeron que tenía que
reconocer el cadáver, yo quería que fuera un error, más cuando levantaron la
manta la imagen era otros. Ella había sido ahorcada con el cable de la
computadora, el asesino la había
golpeado tan brutalmente que había desorbitado uno de sus ojos, su cara
estaba quemada, su cabello despeinado.
Mi dolor sería más grande cuando me pidieron
que asista a la autopsia, era lo más horrible de mi vida. Creí no poder
resistir más cuando los resultados de la autopsia confirmaban que mi hija había
sido violada, yo simplemente no sabía cómo reaccionar.
Durante el velorio y entierro solo tenía tres
preguntas en mi mente ¿Quién había asesinado a mi hija? , ¿Qué hubiera pasado
si yo hubiera permanecido con mis hijos, en vez de viajar? y la última ¿Por qué
mi hija?
Una semana después me entere que uno de los
choferes había desaparecido, era el mismo que días más tarde mi sobrina me dijo
que acosaba a Estefanía, la policía no pudo encontrar su paradero. “Ya casi son
tres años desde que Estefanía murió, pero mi dolor no desaparece.”
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