domingo, 27 de enero de 2013

¿Qué se siente perder una hija?



 De: Tatiana Pujota
                ¿Qué se siente perder una hija?                                                            
   Por Mariana Solís

“Cada noche cuando cierro mis ojos la  imagen de mi adorada hija viene a mi mente, como una luz que ilumina la oscuridad”  
A mis 45 años creo haberlo vivido todo. Mi nombre es Mariana Solís  fui una de los miles migrantes que viajaron a Europa en busca de un futuro mejor. Mi madre se quedaba a cargo de los niños, mientras mi hermana y yo tratábamos de conseguir el dinero necesario para poder viajar a España. Con dinero de un prestamista ambas viajamos, yo a Madrid y ella a Murcia.
Los años pasaron reuní un poco de dinero y regrese a visitarlos por un tiempo por lo que decidí regresar a Ecuador. Realmente quería quedarme con mis hijos y lo hubiera hecho, no sabía que una semana antes de viajar sucedería algo inesperado.
Lo recuerdo como si fuera ayer, mi hija ya tenía 19 años y en mi ausencia había conseguido un trabajo en una cooperativa de taxis, a mí me disgustaba ese tipo de trabajo pues a veces tenía que quedarse toda la noche.
Ella tenía que llegar a casa a las 8 am del día miércoles, mas nunca llego, me dirigí inmediatamente a la cooperativa, corrí a buscar a mi hija a la oficina, pero ahí estaba el presidente de la cooperativa quien me dijo que habían entrado a robar, pero eso a mí no me importaba quería saber ¿Dónde estaba mi hija?, él me dijo que ella no estaba, por mi mente pasaron tantas ideas, me sentía perdida.
Las especulaciones no se hicieron esperar. Lo único  que habían robado era $ 100 dólares, pero ¿Qué había pasado con mi hija? El tiempo paso, hicimos la denuncia ya era de noche nosotros nos imaginábamos lo peor. Ya en la tarde salió un  grupo de búsqueda, ahí estaba mi sobrino y mi cuñada con otro chofer de la cooperativa, fueron por Zabala ahí encontraron un cuerpo. Eran las 5 de la tarde, yo estaba en mi casa y recibí la llamada de mi hermana  decía: “Mariana, debes ser fuerte, ¡encontramos a Estefanía!”, yo solo escuche la encontramos y me sentía feliz, pero inmediatamente regrese a mi realidad.
Llegue a la morgue, me dijeron que tenía que reconocer el cadáver, yo quería que fuera un error, más cuando levantaron la manta la imagen era otros. Ella había sido ahorcada con el cable de la computadora, el asesino la había  golpeado tan brutalmente que había desorbitado uno de sus ojos, su cara estaba quemada, su cabello despeinado.
Mi dolor sería más grande cuando me pidieron que asista a la autopsia, era lo más horrible de mi vida. Creí no poder resistir más cuando los resultados de la autopsia confirmaban que mi hija había sido violada, yo simplemente no sabía cómo reaccionar.
Durante el velorio y entierro solo tenía tres preguntas en mi mente ¿Quién había asesinado a mi hija? , ¿Qué hubiera pasado si yo hubiera permanecido con mis hijos, en vez de viajar? y la última ¿Por qué mi hija?
Una semana después me entere que uno de los choferes había desaparecido, era el mismo que días más tarde mi sobrina me dijo que acosaba a Estefanía, la policía no pudo encontrar su paradero. “Ya casi son tres años desde que Estefanía murió, pero mi dolor no desaparece.”

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