por: Katherine
Montenegro
Verónica se convirtió en madre de sus hermanos
Al morir su madre con solo tener 13 años, Verónica
dejó de estudiar para mantener a sus tres hermanos menores.
Al llegar recién a su
país de origen, se dedica a trabajar en su negocio propio. Su madre se llamaba Rebeca Montenegro, quien
falleció hace más de 20 años y su padre que actualmente tiene cáncer, se llama
Hugo Cabezas.
Nació en una familia
en la que su padre, alcohólico, maltrataba física y psicológicamente a su esposa
e hijos. Verónica tiene cinco hermanos, Teresa la mayor, luego Verónica, el
tercero Marcelo quien actualmente es policía, muy seguido Francisco operador de
maquinarias pesadas, Wilfrido el último de los hombres quien también es policía
y la última de sus hermanos es Rebeca.
Graciela Montenegro,
tía de Verónica y madre adoptiva de Rebeca, menciona mi hermana Rebeca Montenegro falleció al dar a luz a su sexta hija; a
ese, Hugo Cabezas, le dieron a
escoger entre la vida de mi hermana y la de su hija y como ve, escogió a la pequeña.
Verónica al tener 13
años se convirtió en madre de sus hermanos, atravesaba el segundo curso del
colegio Técnico Ascázubi. Para mantenernos tenía que trabajar y deje de
estudiar, mi reto más grande era graduarme en un colegio técnico, pero al quedar
huérfanos no tuve otra alternativa, porque para mi padre no significábamos
nada, comenta.
Pues Marcelo tenía
nueve años, Francisco seis años, Wilfrido dos años y medio, Rebeca recién
nacida, quedó a cargo de su tía Graciela; y Teresa su hermana mayor viajó a
Italia. Si no era por mi hermana, Verónica, a
quien la quiero como a una madre, nosotros no seriamos nadie en esta vida,
argumenta Wilfrido. “No me importó truncar mis sueños, lo más importante eran y
son mis hermanos” agrega Verónica.
Luego de seis años,
decidió volver a estudiar en el mismo colegio del que se retiró, al principio me tomaron pruebas de
ubicación, no recordaba absolutamente nada, ni siquiera como sumar. Pero no me
di por vencida y llegue hasta el cuarto curso de secundaria dice Verónica.
Al tener ya 21 años,
conoció al padre de su primera hija Karen quien actualmente tiene 14 años. Creí que con él mi vida cambiaria, pero
lamentablemente al enterarse que estaba embarazada me exigió que abortara, no
lo hice y por eso me dejó expresa Verónica.
Al trabajar y
estudiar al mismo tiempo, su embarazo se complicó, por lo que tomó la decisión
de nuevamente dejar de estudiar. Era una
de las mejores estudiantes del colegio, pero no tuvo otra alternativa
menciona Marcelo.
Luego de dar a luz a
Karen y sin recibir ayuda del padre; Verónica decidió emigrar a Italia junto
con su hermana mayor, con quien era la única persona que podía contar en ese
país. Pero no pudo llevar consigo a su hija, y nuevamente Graciela tomó el
papel de madre ante Karen. Pasaron los días y las noches, pero para Verónica el
reto más grande era tener junto a ella a su hija, así luego de un año, Karen se
convirtió en una emigrante más.
Verónica conoció a
Beto Barahona, un compatriota, con quien contrajo matrimonio y procrearon una
niña llamada Chiara. Tanto era el amor que se tenían que su esposo decidió
darle el apellido a su hijastra, sé que
no llevo la sangre de mi padre Beto, pero él es quien me da de comer y me
quiere como a una hija dice Karen.
Al tomar la decisión
de retornar a su país, luego de muchos años, Verónica se reencuentra con sus
“hijos”, pero no contaba con que las esposas de ellos no valorarían el esfuerzo
que ella hizo para formas unos hombres de bien.
El calvario de
Verónica continúa al encontrar a su padre semi-postrado y con cáncer, tomando
las riendas de su enfermedad, sin importarle que su hogar entre en discordia. “No
me importa lo que mi padre hizo en el pasado, porque ahora con su enfermedad
está pagando todos sus errores”.
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